lunes, 4 de septiembre de 2023

A 20 años del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)

 

Sesión de la Comisión de la Verdad y Reconciliación

La semana pasada se cumplió el vigésimo año de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). El trabajo de investigación de la CVR tiene un valor sociohistórico y político. Presenta una explicación de las causas, hechos y repercusiones del conflicto armado interno (1980-2000) que vivió el país. Calificado como el hecho más estremecedor de nuestra historia republicana, merece una comprensión rigurosa y alejada de apasionamientos.

La CVR lo definió como un conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad peruana. Siendo causales de la violencia política las desigualdades económicas, las frustraciones sociales acumuladas desde el nacimiento de la república, la discriminación de índole étnico-cultural, la precaria “democracia” y la formación de organizaciones subversivas que tuvieron como objetivo destruir el Estado terrateniente-burgués y construir uno socialista.

Responsabiliza al PCP-SL como el causante inmediato del conflicto, y a su dirección nacional le atribuye delitos de lesa humanidad, además de presentarlos con características terroristas en lo que refiere a sus acciones armadas y responsable de 54% de víctimas del conflicto. De la misma manera, pero con menor intensidad, califica al MRTA con una responsabilidad del 1.5% de víctimas. Asimismo, identifica los crímenes de las Fuerzas Armadas y grupos paramilitares, agravado durante el régimen de Alberto Fujimori.

La CVR consideró que, para superar las secuelas del conflicto, el país debe conocer en toda su magnitud las dimensiones de lo ocurrido entre 1980 y 2000. Asimismo, propuso que la reconciliación nacional debería iniciarse con un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad. A veinte años del informe final, ese nuevo pacto aún está pendiente, y por el contrario se mantiene la política del “terruqueo” desde el Estado a la protesta social al punto de criminalizarla y las leyes antiterroristas de los noventa están vigentes.

Muchas críticas han recaído a la CVR y a su informe, sobre todo provenientes de los sectores más recalcitrantes de la política nacional, especialmente los fujimoristas, y de las Fuerzas Armadas quienes han elaborado sus propias versiones. Los alzados en armas también han realizado su versión de los hechos. Desde luego, las interpretaciones de la CVR no pueden ser tomadas como verdades absolutas; es importante escuchar las voces de todos los implicados en el conflicto en tanto no tergiversen la historia a su conveniencia e inventen ídolos o héroes que generan una inútil polarización en el país. En el contraste de versiones se abre paso la verdad histórica y por ello no podemos permitir las iniciativas negacionistas que limitan la labor de los científicos sociales y de todo aquel que ejerza una investigación seria.

La semana pasada, coincidentemente, se hizo entrega a sus familiares – después de 31 años – los restos de cinco estudiantes de La Cantuta asesinados en 1992 por el grupo Colina, fue noticia la admisión de una demanda de Víctor Polay (líder del MRTA) en la CIDH y se realizó una protesta contra el Lugar de la Memoria (LUM) en Miraflores bajo la consigna “Terrorismo nunca más” y exigiendo su cierre. Si agregamos a ello que hoy están con prisión preventiva dirigentes sociales de Ayacucho bajo el supuesto delito de terrorismo; es evidente que las secuelas derivadas del conflicto armado interno se encuentran vigentes, hay muchas heridas por cerrar y un proceso de democratización de la sociedad peruana aun pendientes.

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