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Fuente: La República (Autor: Carlín) |
Dina
Boluarte fue designada por el CEN de Perú Libre (PL) como vicepresidenta en la
plancha presidencial de las elecciones de 2021. ¿Cuál fue el criterio de su
selección entre tantas otras militantes mujeres con trayectoria en el partido
del lápiz? Solo los dirigentes electores lo saben.
No
es un secreto que Pedro Castillo no era militante de PL, él se afilió por un
tema administrativo, para cumplir con el reglamento electoral de postulación
presidencial en la formula que en un primer momento incluyó a Vladimir Cerrón
como segundo vicepresidente. El vínculo orgánico partidario de Pedro con PL era
casi nulo, al igual de los hoy congresistas del bloque magisterial que usaron a
PL como vehículo para estar sentados en sus curules. La persona clave de PL era,
sin duda alguna, Dina Boluarte, mujer de escasa formación política y carisma,
pero a pesar de ello postuló por el lápiz en dos oportunidades (elecciones municipales
2018 y congresal 2020). Lo cuál nos lleva a preguntarnos qué tipo de escuelas
políticas impartía e imparte PL para formar a sus militantes.
Desde
la campaña presidencial mostró una actitud distante al partido y llegado el
triunfo de segunda vuelta su alejamiento fue más evidente. Siendo ministra de
Desarrollo e Inclusión Social no quería tener de cerca a los lápices, afianzó sus
vínculos con personajes hoy cuestionados que vienen siendo investigados por
financiamientos ilícitos y tráfico de influencias durante la primera fase del
Gobierno de la cual ella saca cuerpo y deslinda hipócritamente.
Fue
una de las primeras en hacer eco de la trampa del cerco mediático de aislar al
Gobierno del partido que la condujo a la victoria. Y al igual que Pedro – y no me
refiero al discípulo de Cristo – negaron a Vladimir Cerrón cuántas veces era
necesario para satisfacer a la prensa de la gran burguesía. En poco tiempo el
objetivo estaba consumado y el divorcio de Gobierno-partido era un hecho. Tanto
Pedro como Dina tienen en común el haberse servido de un partido al cual
abandonaron prontamente y no estar identificados realmente con el programa
ofrecido en campaña. Los hechos lo demuestran.
Siendo
presidenta asume cabalmente los intereses de la gran burguesía peruana y trata
de conciliar con ambas facciones (GBF y GBB), aun sabiendo que su estadía en
Palacio no durará mucho. Las pruebas que la indican como responsable política
de las muertes en las protestas de este año cada vez aumentan, ya sabemos lo
que le espera. Una moción de vacancia ha sido anunciada por el reciente viaje a
Brasil, impulsada por sus ex “camaradas” de PL. Aun no puesta en trámite, tal
vez solo fue un acto para la tribuna y mostrar una imagen de consecuencia, venida
a menos a raíz de pactar con el fujimorismo la composición de la actual mesa
directiva.
PL
no estuvo preparado para el triunfo presidencial, no estaba en los cálculos, a
lo mucho tener una bancada en el Congreso (el propio CEN lo ha reconocido). Fue
una casualidad que coincidió con la necesidad popular de la refundación de la
patria, pero una vez más se comprobó que por la vía institucional aún se
encuentra decepción y postergación del proyecto de una nueva democracia.
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